martes, 9 de agosto de 2016

MI TAPIRIÑA


MI TAPIRIÑA

Ella tiene todo lo desconocido tanto de sabor y olor.  Su atracción no sólo es sexual sino que me deleito mirarla a la distancia y acariciarle el rostro en las mañanas. Son cocona y aguaje juntos en el centro de su orgasmo.

Su excitación hace temblar los edificios y sólo encontramos la calma en la  furia del descanso. Lavo sus calzones de madrugada y limpio con mi lengua toda su ternura. Me sumerjo entre sus pliegues internos para guardar nuestro deseo en espera del próximo encuentro.

Me enseñaste a beber del centro de tu placer, y, comprendí que es una dimensión superior al del placer propio, egoísta, es como un mercado, donde se encuentran los placeres exhibidos.

¡Diosa de la Libertad! Tus pies besan mi deseo y mi olfato vuela desde el tiempo inédito del goce lento. Es la ilusión del amor responsablemente abyecto, hijo solidario del cromañón, fósil latido del hombre del futuro. Enraizado entre la lumbre que anochece y el canto de las piedras. Entre una cueva familiar y el adelanto de la muerte.

¡Oh diosa tierra! Dueña de los placeres del mundo y los dolores del universo. Cava en mí tu eternidad

Oh tierra madre de tribus civilizadas en la discordia y la ambición, ofreces lo mejor de tus hijos como Pachamanca cocida a través de los siglos. Cocina familiar de papa y maíz, de cópula y fecundación.

Eres la cerbatana y yo el dardo diario que espera el soplo de un universo hambriento, somos la efímera génesis de un beso, dado hace un instante y que al recordarlo se transforma en manantial que bordan nuestros ojos.

Eres el preámbulo y ágape del éxtasis tardo -todo junto-, eres la ropa de domingo sentada al sol en el cordel del convento. Brisa de enamorado, huracán perverso del amante, sinuosidad del camino errante del secreto.

Cuando te conocí miré hacia la energía de tu ombligo, -no te puedo mentir- sentía transportarme llevando hielo hacia el fuego interno de tu locura. ¡Acaso es malo desear el aroma íntimo de tu libido? -Tampoco lo creí.

Por eso ahora en el que mi cerebro hace gala de una inusitada erección, navego la calentura de tu frágil sueño, húmedo, que me absorbe.

Justino Hidalgo en la Capital.
IInstituto Peruano de Cultura/ IPEC Ediciones 2016


1 comentario:

ÁNGELES DEL PAPEL dijo...

la biodata, o la imagen del autor, nos ayudaría a conocerlo.