viernes, 23 de septiembre de 2016

RINOCERONTE

RINOCERONTE

De: Rogelio Hidalgo

Lo vi venir como un rinoceronte enfurecido y antes que yo tratara de aplacar su furia me tumbó de un puñetazo.  Caí y solo recuerdo vagamente que me cubrí la cara de las patadas que el iracundo esposo me propinaba.
Fue en el parque El Olivar de San Isidro y la gente que también había acudido a la función teatral para niños, solamente atinaron a gritar y alejar al agresor mientras la sangre no dejaba de salir de mi nariz.
Mientras los golpes pegaban como a saco de boxeador, llamaron a la policía y vino en ayuda no de mí, sino del victimario, quien se identificó como policía y en el alboroto me denunciaba como el amante de su esposa.
Me subieron al patrullero y en 2 minutos estaba ante el Mayor de la comisaría, quien recibía la denuncia del esposo de Fidela, al oído.
Cuando le iba a decir que había sido agredido brutalmente  por ese policía de franco, me dijo:
          -Cállese. Usted tiene mucho que perder.
-Por qué? Yo me dirigía al teatro de El Olivar, cuando este señor se   bajó de su viejo carro y me agredió.
- Espere y no haga escándalo. Le van a tomar su manifestación. ¿Y no tiene otra ropa?
- Ups, mi camisa blanca y el saco estaban manchados con sangre.
Miré alrededor para buscar al esposo supuestamente engañado, pero se había esfumado.
Después de horas de exigir que asienten mi denuncia, se acercó un policía con amabilidad y me dijo.
Venga, acompáñeme y tome asiento. Cuénteme lo que pasó.
!Cálmese y hable! fue su orden.
- yo venía al teatro para ver una obra para niños, y al estar a 15 metros de la puerta y al pretender saludar a la señora Fidela, quien estaba con su hijo, escuche el grito de "Oyemierda" por qué conoces a mi hijo!"
Al voltear simplemente vi una masa muscular que venía a mí.

    -Empecemos del principio. usted conoce a Fidelia, ¿la esposa del policía?
- Sí, trabajamos juntos en una entidad pública. Y desde que la conozco -hace un año-, siempre supe que estaban separados como pareja desde hace 4 años.  Sé que el acorazado ese, tiene pareja y Fidela vive en la casa de sus padres con su hijo de 9 años.
          - ¿Es usted amante de la señora?
- Disculpe, pero no voy a contestar esa pregunta porque está fuera de lugar. Yo he venido a denunciar una golpiza de la que he sido objeto y creo que no se está procediendo bien.
Mire, don Justino Hidalgo, él es el esposo, en el papel.
- Y, ¿acaso yo he estado haciendo el amor con la señora Fidela en medio del parque a las 11 de la mañana? Además, a quien saludaba yo -o pretendía saludar- es al hijo.
- Cuantos años tiene usted? Preguntó el policía.
- 22 años.
- Uhmm y la señora 30 o 28
- Creo que 32 años. Pero que tiene que ver eso. A mí me han pegado y quiero denunciar al energúmeno.
- Bien, me dijo risueño el policía. Le propongo dejar esto así no más y tomar los golpes como pago por las veces que ha disfrutado de la señora. Usted no ha quedado desfigurado lo que demuestra que el "rinoceronte" medía sus golpes. Así que, fue nada más que puñetes de cine.
- NO! (estaba  iracundo) Ofenderme así como así y todavía recibir por hecho lo que se supone. No, no lo acepto, quiero hablar con el Mayor a cargo de esta dependencia.
Al rato, se me acercó un capitán muy amable y me dijo, hurgándome,
-No. no hay huella de golpes. Pasé y me atendió en su oficina. Yo quería gritar el abuso pero me dijo.
- Mire jovencito! Te me calmas y agradece que el policía denunciante no quiere perjudicarte. Estás libre y puedes irte.
- Pero....
- Todavía te tiras a su mujer y protestas. Ya no seas pendejo y piérdete.
- Puta madre, salí de la comisaría de la cuadra 32 de la Av. Petit Tohuars y.…carajo, -estaba como payaso de circo de barriada- y fui a buscar mi carro que lo había dejado a dos cuadras del Olivar.
Al día siguiente, domingo, me fui a encontrar con Fifela y  después de los relatos de rigor por lo acontecido, rompimos la noche con tanto movimiento excitado y desesperado, hasta el amanecer.

Desde ese día, camino siempre mirando atrás, previendo el advenimiento del rinoceronte.

martes, 9 de agosto de 2016

MI TAPIRIÑA


MI TAPIRIÑA

Ella tiene todo lo desconocido tanto de sabor y olor.  Su atracción no sólo es sexual sino que me deleito mirarla a la distancia y acariciarle el rostro en las mañanas. Son cocona y aguaje juntos en el centro de su orgasmo.

Su excitación hace temblar los edificios y sólo encontramos la calma en la  furia del descanso. Lavo sus calzones de madrugada y limpio con mi lengua toda su ternura. Me sumerjo entre sus pliegues internos para guardar nuestro deseo en espera del próximo encuentro.

Me enseñaste a beber del centro de tu placer, y, comprendí que es una dimensión superior al del placer propio, egoísta, es como un mercado, donde se encuentran los placeres exhibidos.

¡Diosa de la Libertad! Tus pies besan mi deseo y mi olfato vuela desde el tiempo inédito del goce lento. Es la ilusión del amor responsablemente abyecto, hijo solidario del cromañón, fósil latido del hombre del futuro. Enraizado entre la lumbre que anochece y el canto de las piedras. Entre una cueva familiar y el adelanto de la muerte.

¡Oh diosa tierra! Dueña de los placeres del mundo y los dolores del universo. Cava en mí tu eternidad

Oh tierra madre de tribus civilizadas en la discordia y la ambición, ofreces lo mejor de tus hijos como Pachamanca cocida a través de los siglos. Cocina familiar de papa y maíz, de cópula y fecundación.

Eres la cerbatana y yo el dardo diario que espera el soplo de un universo hambriento, somos la efímera génesis de un beso, dado hace un instante y que al recordarlo se transforma en manantial que bordan nuestros ojos.

Eres el preámbulo y ágape del éxtasis tardo -todo junto-, eres la ropa de domingo sentada al sol en el cordel del convento. Brisa de enamorado, huracán perverso del amante, sinuosidad del camino errante del secreto.

Cuando te conocí miré hacia la energía de tu ombligo, -no te puedo mentir- sentía transportarme llevando hielo hacia el fuego interno de tu locura. ¡Acaso es malo desear el aroma íntimo de tu libido? -Tampoco lo creí.

Por eso ahora en el que mi cerebro hace gala de una inusitada erección, navego la calentura de tu frágil sueño, húmedo, que me absorbe.

Justino Hidalgo en la Capital.
IInstituto Peruano de Cultura/ IPEC Ediciones 2016