lunes, 30 de marzo de 2015
DANTE VALDEZ: HISTORIA DE UNA PASIÓN MUSICAL POR EL PERU
Queridos Amigos. Quiero desde esta pagina, enviar un enorme agradecimiento a todas las personas que me han apoyado y lo siguen haciendo en nombre del Peru, de mi querida ciudad Arequipa y del amor que en mi caso trato de transformarlo en música en cada instante de mi vida.
La experiencia en Las Naciones Unidas fue realmente histórica y desde aquí también deseo agradecer inmensamente a todos nuestros conciudadanos que ayudaron de una manera excepcional para que todo saliera al mas alto nivel, desde el Embajador Meza Cuadra, responsable de la Mision del Peru ante la ONU, la Embajadora Maria Teresa Merino de Hart, Consul General del Peru en New York, Maria Aller Presidenta del Club de Peruanos en ONU, y otros miembros hasta cada persona que si ser en algunos casos del Peru, asistieron a un evento, que creo, ha reimpulsado la lucha por nuestra identidad y coadyuvado al incremento de nuestro orgullo por la nación que nos vio nacer
.
Muchas gracias a todos y recuerden el mensaje que quedo para todos los que estuvieron en Naciones Unidas. "EN EL PERU TENEMOS OPERA". Esta es la expresión musical que conjuga el integro de nuestro potencial como país. Creemos la OPERA NACIONAL DE UNA BUENA VEZ. Un abrazo a todos,
DANTE VALDEZ 29/03/2015
jueves, 26 de marzo de 2015
martes, 24 de marzo de 2015
jueves, 19 de marzo de 2015
martes, 10 de marzo de 2015
TIEMPO REBELDE y sus obras
TEATRO
POPULAR EN UN ACTO
EL DILEMA
DE MANUEL
un
empleado público
Luis Valdez
Pallete
Tiempo
Rebelde, 1974
Lima-Perú
PERSONAJES
Manuel
Director
Javier
APARECE UN
COMEDOR MODESTO, EN UNA ESQUINA MANUEL HABLA POR TELÉFONO.
MANUEL.- (HABLANDO
POR TELÉFONO)… ya María. No te preocupes. El chico ha llamado por teléfono para
avisar que se queda a comer en la Universidad. (PAUSA). Yo ya comí. (PAUSA) Sí,
estaba caliente (PAUSA) Está bien, ¿A qué hora vendrás a casa? (PAUSA) ¿Cómo?
Me parece que sería demasiado tarde. (PAUSA) Bueno, está bien, pero dile a mi
hermana que ya es tiempo que ella también aprenda a coser (PAUSA) Yo he tenido
un buen día. Me dio satisfacción poner en su sitio a un fulano que se le daba
de mucho (PAUSA) No, por teléfono no puedo contártelo, pero cuando te enteres
vas a sentirse orgullosa de tu marido, (PAUSA) Te digo que es muy largo de
contar. Más bien termina pronto y que el esposo de Alicia te traiga en su auto,
porque a esa hora es peligroso tomar taxi. (PAUSA) Bien. Chau
MANUEL CUELGA EL TELÉFONO. TOMA UN
PERÍODICO PARA LEER Y SE SIENTA A LA MESA. TOCAN A LA PUERTA. MANUEL MIRA SU
RELOJ Y ALGO SORPRENDIDO SE LEVANTA, ESPERA QUE VUELVAN A TOCAR Y ENTONCES VA Y
ABRE LA PUERTA. APARECE UN HOMBRE MUY BIEN VESTIDO.
MANUEL.- ¿Usted señor
Director? No pensé que honraría esta humilde casa con su visita.
DIRECTOR.- ¿Por qué no
venir a visitarlo mi apreciado Manuel? Siempre es agradable llegar a la casa de
un servidor leal, constante y sacrificado.
MANUEL.- Gracias, señor Director… pero pase al
comedor señor Director. Tome asiento. Disculpe, pero no tengo sala de recibo.
DIRECTOR.- No se
preocupe Manuel. La misión que me trae no requiere sala de recibo. Además,
usted sabe que en esta época los lujos ya no cuentan. Lo que interesa son los
hombres. A nuestro gobierno le preocupa la alineación de toda esa gente que aún
cree que las demostraciones de riqueza tienen importancia.
MANUEL.- Ya lo creo señor Director
DIRECTOR.- Por
eso este gobierno es revolucionario.
MANUEL.- Así es señor
Director. Yo lo comprendí desde el comienzo.
DIRECTOR.- Hizo
bien porque, ahora, en la alta dirección tenemos el mejor concepto de usted.
Sabemos de su sinceridad, de su convicción, de su responsabilidad y de su
honradez a toda prueba.
MANUEL.- Gracias señor
Director. Yo sólo trato de cumplir con mi deber.
DIRECTOR.- Y
lo está logrando con creces. Hace poco comentábamos con el Director General que
si tuviéramos la suerte de contar en todas las reparticiones con gente como
usted, apresuraríamos la irrefrenable moralización que ha emprendido este
gobierno en la Administración Pública.
MANUEL.- Usted me
confunde señor Director.
DIRECTOR.- No,
Manuel. No debe sentirse confuso sino orgulloso, porque no son muchos los
servidores públicos que se han identificado con los postulados de esta
revolución... usted seguramente podría objetar, como otros, que hay empleados
públicos antiguos que están mal pagados…
MANUEL.- Yo no he
objetado nado, señor Director.
DIRECTOR.- Ya
sé que usted no ha objetado nada, pero…
MANUEL.- No se preocupe
señor Director. Tengo fe en que las cosas van a cambiar y entonces…
DIRECTOR.- Fíjese
Manuel. Usted sabe que siempre la administración pública ha estado corrompida.
Nunca los gobernantes anteriores se han preocupado de evaluar debidamente a los
empleados públicos, porque no les convenía. Lo que les interesaba era colocar a
sus familiares y amigos para que aprovecharan los períodos durante los cuales
se encontraban en el poder. Lógicamente los servidores de carrera iban quedando
rezagados con bajos sueldos y tenían que hacer uso de medios ilícitos para
lograr un ingreso que les permitiera vivir. Por supuesto lo altos funcionarios
se hacían los de la vista gorda porque conocían la causa, y lo que es peor,
muchos de ellos propiciaban esos ingresos ilícitos y reclamaban el mayor
porcentaje, resultando entonces el empleado de carrera una especie de
intermediario, rompiéndose, al fin de cuentas, todo concepto de línea de mando
y responsabilidad. Además, en esa época, como también usted sabe, la Ley
solamente funcionaba para el común de mártires.
MANUEL.- Conozco esas
situaciones señor Director, pero no somos pocos los que podemos mostrar una
recta conducta a pesar de los muchos años que llevamos en la administración
pública.
DIRECTOR.- Lo sé Manuel, pero no podrá usted negar
que ante la defensa del puesto, convenía más al subalterno dejar que las cosas
pasen…
MANUEL.- Es cierto que
no se encontraba respaldo de los superiores para aplicar la Ley a todos por
igual.
DIRECTOR.- Bien.
Actualmente se quiere hacer justicia a los servidores de carrera y se quiere
desterrar la tradicional inmoralidad de la administración pública. Para ello se
viene haciendo una detenida evaluación de los servidores públicos, pero, como
comprenderá, esto no puede hacerse en un día…
MANUEL.- Ya lo creo
señor Director, pero lo que motiva el descontento de los servidores de carrera
es que los puestos principales vienen siendo ocupados por gente nueva que
resulta la única bien remunerada. Por lo menos así viene sucediendo en nuestra
repartición.
DIRECTOR.- Es
que eso es lógico Manuel. Este gobierno para llevar adelante sus reformas,
necesita gente que lo respalde y por eso ha procedido a contratar nuevo
personal. Claro que los nuevos servidores hemos tenido que ingresar bien
pagados, porque el gobierno sabe a quien contrata… pero no es cuestión de
preocuparse. Pronto va a concluirse la evaluación del personal de carrera en
nuestra repartición… Descuide Manuel, porque usted va a ser uno de los primeros
en beneficiarse con ella…
MANUEL OBSERVA
PENSATIVO AL DIRECTOR. LUEGO, SALIÉNDOSE DE LA REPRESENTACIÓN SE DIRIGE AL
PRIMER PLANO DEL ESCENARIO DONDE SE DIRIGE AL PÚBLICO, NO COMO PERSONAJE SINO
COMO ACTOR.
MANUEL.- (AL PÚBLICO)
En este país de América Latina, es imposible escuchar los argumentos que expone
un alto funcionario del gobierno actual, sin acordarse de lo ocurrido durante
gobiernos anteriores. Siempre decían cosas así. Asumiesen el poder como fruto
de elecciones o de golpes de estado, siempre criticaban al anterior y prometían
justicia. Pero lo que realmente sucedía en la administración pública, era que
los puestos principales los asumían gente de confianza del gobierno. A los
numerosos empleados de carrera se les prometía justicia, previos detenidos
estudios que nunca llegaban a concretarse. En fin, el gobierno actual se empeña
en afirmar todos los días que ahora es diferente, pero los argumentos y los
hechos son en esencia iguales. Han pasado ya cinco años desde que a los
servidores públicos de carrera este gobierno les ofreció un sueldo decoroso y
la mayoría de ellos siguen padeciendo la angustia de no contar con los mínimos
medios que les permita atender las esenciales necesidades de su familia. ¿Deben
seguir esperando?
MANUEL VUELVE A SU
UBICACIÓN ANTERIOR Y SE REINCORPORA A LA REPRESENTACIÓN COMO PERSONAJE
DIRECTOR.- Ah Manuel,
Manuel. Creo que usted no tiene mucha confianza en que hora está cerca. Quizá
más cerca de lo que cree. Precisamente el motivo que me trajo a visitarlo tiene
mucho que ver con su futuro. Ya le he dicho que este gobierno protege a su
gente de confianza y usted, aunque es antiguo, ya se ha ganado nuestra
confianza.
MANUEL.- Gracias
señor Director. No esperaba oír lo que me dice y realmente debo de confesarle
que me inquieta saber la razón que ha motivado su grata llegada a esta casa.
DIRECTOR.- Es lógico
Manuel, es lógico… Mire Manuel, usted recibió esta mañana la visita del señor
Monterroso y…
MANUEL.- (CON NO
DISIMULADA ALEGRIA) Ya entiendo señor Director. Yo sabía que un hecho así no
iba a pasar inadvertido por usted… Sin embargo créame que no pensé que tal
hecho llegara a motivar una visita suya a mi casa.
DIRECTOR.- Bueno Manuel. Mire, ya vamos por partes.
MANUEL.- (SIEMPRE ALEGRE) Perdón señor Director,
pero déjeme explicarle cómo fue. Créame, estoy sumamente contento que lo hayan
enterado. Yo sabía que realmente el país está cambiando, que ahora la Ley se
aplica a todos por igual, sin distingos de ninguna clase. Justamente había
pensado buscarlo mañana, en un momento que usted estuviera desocupado y
contarle lo ocurrido sé que usted respalda hechos así. Hace un rato le decía a
mi mujer que debía estar orgullosa de lo que había hecho su marido…
DIRECTOR.- Cálmese ya Manuel y escúcheme.
MANUEL.- Si señor Director, por supuesto, pero antes,
por favor, déjeme decirle cómo fue.
DIRECTOR.- Está bien
MANUEL.- Yo cité al tal señor Monterroso, porque
la evasión de tributos de su compañía era notable, y además, se había hecho
acreedor a una fuerte multa. Juntando ambos conceptos, comprobé que este señor
tenía que pagar al Estado, un millón aproximadamente. Esta mañana vino muy
amable, se acercó a mi escritorio y me pidió salir a conversar fuera de la
oficina. Yo me negué a ello, manifestándole que los asuntos de la oficina,
solamente podría tratarlos en ella. Noté que se disgustó un poco, pero tomó
asiento y me ofreció un puro de esos que fuman los gringos, lo que no le acepté
porque…No se fumarlos. el encendió el suyo y algo nervioso, en voz muy baja…
DIRECTOR.- Por favor Manuel, evite los detalles.
MANUEL.- Si señor Director. Bueno, imagínese que
me ofreció veinte mil para que hiciera desaparecer los papeles que habían
motivado la notificación que le hice. Como comprenderá, al comienzo me
sorprendió y luego me sentí indignado. El muy sinvergüenza tuvo la osadía de
decirme que él sabía cuanto ganaba y, por último, como si hubiera pensado que
me parecía poco, me ofreció el doble, llegando, finalmente, a ofrecerme hasta
el triple. Usted se dará cuenta, señor Director, que ya esto era demasiado ofensa,
así que levantándome airado de mi asiento, llamé al personal que trabaja
conmigo y sin darle tiempo a reaccionar al tal Monterroso, les dije: “Miren,
aquí tienen a un mal ciudadano que ha tenido la desfachatez de ofrecerme hasta
sesenta mil, para que lo ayude a evadir los impuestos que debe al Estado”.
Recién entonces reaccionó Monterroso, y entre indignado y asustado, me dijo
gritando: “No le permito”. Yo grité más fuerte y proseguí “¡Quien no le permite
seguir hablando aquí soy yo y agradézcame que no llame a la Policía!”. Luego,
dirigiéndome a los otros empleados agregué que los tiempos habían cambiado y
que el actual proceso revolucionario exigía la honradez de todos los que éramos
empleados públicos, pues así desenmascararíamos a los malos ciudadanos que
valiéndose de su dinero buscaban estafar al Estado…
DIRECTOR.- Ya acábela Manuel
MANUEL.- Si señor Director, creo que me he
extendido mucho, pero, para mí, lo más venenoso se produjo cuando al retirarse
dijo Monterroso desde la puerta: “Pobre hombre, qué tal idiota, ha perdido de
ganar en un momento más de lo que gana en sueldos durante todo un año, y
además, se ha metido en un gran problema porque no sabe con quién se ha
metido”, Yo por supuesto, no le hice ningún caso, pues sé que esa famosa cantaleta
de “no sabe quién se ha metido” ya pasó de moda. Sé que ahora hay un gobierno
que respalda a los servidores que hacen cumplir las leyes, sé que…
DIRECTOR.- Por supuesto Manuel, nada tiene que temer. Sin embargo, es
necesario que aprenda a ser menos vehemente. Usted sabe que a veces hay
situaciones difíciles, cuya solución escapa a nuestras manos y, entonces, esos
escándalos como el que me acaba de relatar, resultan totalmente inconvenientes.
MANUEL.- Bueno, señor Director, usted comprenderá que los ofrecimientos
del señor Monterroso eran como para sacar de sus casillas a cualquier persona
honrada.
DIRECTOR.- Yo lo entiendo Manuel porque lo
conozco, pero tiene que darse cuenta que hay casos en que manda el capitán, no
el marinero.
MANUEL.- Pero es que entonces… ¿usted no está de
acuerdo con lo que hice?
DIRECTOR.- Bueno, claro, lo que ha motivado su conducta es muy apreciable, Así lo
entiende también el Director General. Pero el caso es que como el incidente se
ha hecho tan notorio, la solución del problema es ahora más difícil.
MANUEL.- ¿Cómo difícil? Si la
solución es una sola: Monterroso tiene que pagar hasta el último centavo.
DIRECTOR.- Precisamente, Manuel, ahí está el
problema y tiene usted que entenderlo. Sus años en la administración pública
han de haberle enseñado que hay situaciones especiales que requiere de un trato
muy delicado. Sobre todo cuando esas situaciones comprometen a gente que está
mucho más arriba que nosotros.
MANUEL.- Pero, eso era antes.
DIRECTOR.- Bueno, antes era otra cosa. Digamos que
… era una costumbre. Ahora los casos son excepcionales y nosotros no podemos
ignorarlos.
MANUEL.- Pero es que ahora estamos viviendo un
proceso revolucionario, de cambios.
DIRECTOR.- Bueno, vamos a hablar las cosas claras.
Monterroso representa a una compañía cuyo principal accionista es un integrante
del supremo gobierno. O sea que el millón de soles que usted quiere que pague
Monterroso, va a salir en su mayor parte del bolsillo de un ministro. Por favor
Manuel, usted no es ningún tonto y sabe que el evitar ese pago, no impide que el
proceso revolucionario siga adelante.
MANUEL.- (ESTUPEFACTO) ¿Y qué
tengo que hacer señor Director?
DIRECTOR.- Pues es muy simple. No volver a tocar el asunto. Esperar que los que
escucharon esta mañana olviden el incidente y luego … bueno … usted sabe que en
cualquier oficina puede traspapelarse o extraviarse un documento, así que por
favor, mañana a primera hora deseo que me haga llegar en forma confidencial
todos los documentos relativos al caso del señor Monterroso. Y quédese
tranquilo porque el Director General sabe de esto y está totalmente de acuerdo
con lo que le estoy indicando. Además, creo que ya tiene lista su promoción
a un alto cargo. Por supuesto que esto
último se debe a sus méritos.
MANUEL.- (ANONADADO) Ya lo
creo señor Director, esa promoción no es un soborno.
DIRECTOR.- ¿Cómo
se le ocurre hombre? Bueno, ya es hora que me marche.
MANUEL.- Perdón señor
Director, dígame ¿Qué pasará si no hago lo que usted me ha indicado?
DIRECTOR.- Usted
no es ningún tonto Manuel. Usted sabe que tiene que hacerlo. A nadie se le
ocurriría contrariar a un ministro, en un momento en que como fruto de las
reorganizaciones administrativas, pueden producirse muchas supresiones de
plaza. ¿Tiene usted idea de la cantidad de puestos que pueden suprimirse en una
repartición estatal cuando a ésta se le reorganiza?
MANUEL.- No se me ha
ocurrido pensarlo, señor Director.
DIRECTOR.- Pues
siempre en bueno en eso, porque la Ley autoriza la supresión de plaza y el
empleado que la ejerce, automáticamente queda despedido, aunque sea antiguo. No
lo olvide.
MANUEL.- Comprendo
señor Director.
DIRECTOR.- Bueno, tengo que retirarme. No olvide
seguir mis indicaciones mañana a primera hora, porque el Director General está
muy preocupado.
MANUEL.- Sí señor
Director
DIRECTO.- Hasta mañana
Manuel, que pase una feliz noche. Saludos a la familia.
MANUEL QUEDA APESADUMBRADO. INGRESA JAVIER PORTANDO UNOS
PAPELES DOBLADOS,
JAVIER.- Buenas papá
MANUEL.- Qué tal hijo.
JAVIER
DEPOSITA LOS PAPELES EN LA MESA
JAVIER.- Estos carteles son para una marcha
de protesta que haremos mañana. (SILENCIO). Te noto preocupado papá. ¿Ha
sucedido algo en la oficina?
MANUEL.- No. No ha pasado nada. ¿Qué podría
pasar?
JAVIER.- Siempre que
respondes así, es porque has tenido un problema en la oficina. Lo que pasa es
que tú crees que aún no tengo edad ni criterio para participar de tus
preocupaciones.
MANUEL.- No es eso
hijo.
JAVIER.- Entonces
¿qué es papá? ¿Por qué no me cuentas lo que te sucede?
MANUEL.- No creas que me desagrade el que te preocupes por mis
problemas. A cualquier padre eso le satisface. Por eso que lo que me interesa
es que salgas adelante en la Universidad y no deseo causarte ninguna
preocupación que distraiga tus estudios. Tú sabes todo lo que para tu madre y
para mí, significa el que pronto seas un profesional.
JAVIER.- Te comprendo
papá. Sé lo importante que es para nosotros el que culmine mi carrera pronto.
Pero eso no puede significar de ninguna manera el que yo tenga que permanecer
ausente de los problemas familiares. Ser universitario no puede significar de
ninguna manera que uno tenga que dedicarse solamente a escuchar a sus
profesores o leer libros. Yo creo que ser universitario implica una gran
responsabilidad no sólo para con la familia sino para con la sociedad toda …
MANUEL.- ¿Vamos a
volver a lo de siempre, hijo?
JAVIER.- No se trata
de lo de siempre papá. Se trata de que me comprendas de una vez por todas. Que
entiendas que yo no soy ni puedo ser un estudiante de carpeta. Que me alientes
en la consecución de los objetivos que me he propuesto porque, justamente, soy
universitario.
MANUEL.- ¿Y …. ?
JAVIER.- Los
universitarios tenemos el deber de hacer nuestros los problemas del pueblo,
tenemos el deber de luchar por lo que realmente conviene a la nación. Tú sabes
que en las grandes luchas sociales de todos los tiempos, los universitarios y
el proletariado han marchado siempre unidos.
MANUEL.- ¿Y …?
JAVIER.- Y si esos principios son los que
orientan mi conducta estudiantil ¿cómo puedes privarme de que participe de tus
problemas?
MANUEL.- Ahora no tengo
ganas de discutir. Tal como lo han notado estoy realmente deprimido. Sabes que
a mí me parece que el cumplimiento del deber es lo primero y que a la
Universidad debes de ir a estudiar y nada más. Te agradezco el interés que
muestras por conocer mis problemas, pero no mezcles las cosas. Además lo que me
ha sucedido no tiene ninguna importancia. Por último cualquier cosa que pueda pasarme es culpa
mía, por no haberme podido abrir un horizonte que nos permitiera vivir
tranquilamente. Es realmente desesperante tener que estar siempre atado a un
puesto público inseguro y mal pagado. Ya te he contado que ha habido largas
temporadas en que he trabajado como chofer de taxi en la noche, pagando un
soberbio alquiler por el vehículo. Tenía que trabajar hasta el amanecer para
traer el diario a la casa y luego con sólo un café concurría al empleo para no llegar
tarde y evitar los descuentos. Felizmente ahora tu madre ayuda con la costura.
JAVIER.- (ACERCÁNDOSE
CORDIALMENTE A MANUEL) Sí papá, ya sé todo eso. Pero no es el caso que te eches
la culpa. El caso es que tú, como cualquier empleado público o como cualquier
trabajador, debían tener lo suficiente para vivir digna y humanamente, porque
para eso trabajan una jornada normal. Vivir con dignidad no puede ser
patrimonio de grupos de privilegiados o de sinvergüenzas, que al fin y al cabo
son lo mismo. Vivir con dignidad, es lo que corresponde a todo ser humano por
el hecho de ser humano. Además, papá ¿crees que realmente el Estado te ha hecho
justica? ¿Ha hecho justicia a otros servidores que, como tú, siempre han
cumplido su deber y nunca han estado metidos en las mafias de las reparticiones
estatales? No papá. No les han hecho justicia, porque el Estado siempre ha
permanecido y permanece en manos de la burguesía, llámenla como quieran
llamarla. Y ésta burguesía no está al servicio del pueblo, sino de su propios
intereses y de los intereses imperialistas. Entonces a los que dirigen la
administración pública, no les conviene servidores como tú, porque entorpeces
sus insanos propósitos. A ellos les conviene tenerte en un rincón para que te
aburras y te vayas o para que no hagas nada que los incomode, porque, en
cualquier momento, por ser un buen empleado, puedes tropezar con ellos. Así es
papá. Tus méritos, tu afán de cumplir siempre con tu deber no funciona con
éstos.
MANUEL.- (PENSATIVO)…
el cumplimento del deber… Ah Javier, cuánto tenemos que aprender todavía… el
cumplimiento del deber… justamente hoy cumplí con mi deber… hoy rechacé un
soborno de sesenta mil que me ofreció un fulano que decía ser influyente … hoy
avergoncé a ese tipo públicamente y arengué a mis compañeros a que sigan mi
ejemplo, instándolos a moralizar la administración pública, como lo preconiza
este gobierno… hoy me sentí feliz de haber hecho una buena acción a favor de
este proceso “revolucionario” … Y hoy, hijo, hoy, hace un momento, estuvo por
primera vez en mi casa un Director y… no fue precisamente para felicitarme por
lo que te he dicho, sino para advertirme que si no lo entrego para que
desaparezcan, los documentos que acreditan que ese fulano debe al Estado un
millón de soles, pierdo mi puesto, porque para mi mala suerte, ese fulano
representa una compañía donde el mayor accionista es la familia de un ministro.
JAVIER.- ¿Ese
desgraciado de Director se ha atrevido a amenazarte? ¿Ese miserable ha venido a
coaccionarte, a chantajearte?
MANUEL.- Puedes
llamarlo coacción, chantaje o lo que sea, pero lo cierto es que debo de escoger
una de dos posibilidades. O entrego los papeles y soy inmediatamente mejorado y
tendremos para un televisor, o me pongo terco, me despiden, viene otro y de
todas maneras desaparecen los papeles.
JAVIER.- Esta afrenta
es demasiado papá. Siempre has impedido que te exponga mis puntos de vista y la
verdad es que hay muchas cosas en las que estoy en desacuerdo contigo. No sé.
Parece que a veces te niegas a darte cuenta de la realidad… Desde que era niño
te escuchaba decir cada cierto tiempo: “Parece que ahora las cosas van a cambiar”
y nunca cambió nada. Hace cinco años te volví a escuchar lo mismo. Hasta ahora
recuerdo que dijiste: “Este gobierno sí que está haciendo bien las cosas. Ahora
sí que todo va a cambiar. Por algo este gobierno ha dicho que es “revolucionario”.
Yo me preparaba para ingresar a la universidad y te escuchaba con alegría porque veía en tus ojos la esperanza. Pero
después pasó el tiempo y tu mirada fue decayendo. La alegría fue desapareciendo
de tu rostro. Aparte del día en que supiste que ingresé a la universidad, no
recuerdo haberte visto realmente contento. Poco a poco evitaste conversar de la
oficina y tu decepción parecía evidente, pero, por lo que me has contado,
seguías albergando esperanzas de cambio, seguías creyendo que las cosas podrían
ser diferentes. No papá. Esto no va a cambiar.
MANUEL.- Por favor
hijo, no prosigas.
JAVIER SALE DE LA REPRESENTACIÓN SE UBICA EN EL PRIMER PLANO
DEL ESCENARIO Y SE DIRIGE AL PÚBLICO COMO ACTOR
JAVIER.- (AL PÚBLICO)
El sabe que esto no va cambiar. El sabe que todos estos remedos de cambios
estructurales y moralizaciones que pregona el gobierno, no son sino medios que
le sirven para disimular sus inconfesables propósitos de perennizar la añeja
dominación de las potencias capitalistas extranjeras, sobre todo la norteamericana,
a través de la burguesía financiero industrial de este azotado país
latinoamericano. El sabe que jamás puede creerse en quien dice hacer una
revolución y toma el poder a espaldas del pueblo. El sabe que las terceras
posiciones, los cafés con leche, los pluralismos son fórmulas envasadas por el
gobierno yanqui para la exportación a Latinoamérica. El sabe todo esto, pero
está poseído por el lógico temor de admitir su tremenda decepción de este
gobierno, al que consideraba la tabla salvadora y en el que creyó. Seguramente
también tiene el temor de darle toda la razón a su hijo. No debe ser fácil par
aun padre, admitir que en la voz de los hijos está muchas veces la verdad,
porque la experiencia la reemplazan con pureza, decisión, vehemencia y amor.
JAVIER RETORNA A LA REPRESENTACIÓN ASUMIENDO NUEVAMENTE SU
PAPEL DE PERSONAJE Y VUELVE A CONVERSAR CON MANUEL
JAVIER.- ¿Qué piensas
hacer papá?
MANUEL.- No sé Javier.
No sé. Esta noche conversaré con tu madre. Y no te preocupes. Retírate a
descansar que es tarde.
JAVIER.- No dejarás
que te humillen ¿verdad papá?
MANUEL.- Siempre he
estado convencido que en un país como éste, pertenecer al sector de los
humildes nos da dignidad. Por eso es que yo creo que los de la clase humilde,
nunca nos dejaremos humillar por quienes toda la vida se han aprovechado de
nosotros y han hecho escarnio de nuestra pobreza. (PAUSA) No te preocupes hijo.
Verte como te veo me da fortaleza y tranquilidad. ¿Qué otra cosa podría dejarte
al final, que no fuese dignidad?
JAVIER,
EMOCIONADO, SE ACERCA A MANUEL Y LO ABRAZA
FIN
lunes, 9 de marzo de 2015
domingo, 1 de marzo de 2015
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